Lunes-Viernes, de 9h-14h y 17h-19h
(Del 02-07 al 10-09 de 9h a 14h)
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19 Feb
Posiblemente los chicles sean de las golosinas que más gustan a los pequeños y los mayores. No pueden faltar en las bolsas de chucherías de una fiesta infantil, ni tampoco en el bolsillo o el bolso de los mayores.
Pero, ¿por qué nos gustan tanto los chicles? El gusto por los chicles puede tener varias explicaciones relacionadas con la psicología y la química. Desde Goloseba te explicamos algunas razones para que estemos enganchados a ellos:
- Sabor: suelen tener sabores dulces o frescos, como menta, cola, frutas variadas, etc. Este tipo de sabores tienden a ser agradables y pueden estimular las papilas gustativas, lo que genera sensaciones agradables en la boca.
- Dopamina: masticar chicle puede generar una pequeña liberación de dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer. Este proceso puede hacernos sentir más felices o relajados en algunos momentos.
- Frescura: en el caso de los chicles de menta o hierbabuena, se genera una sensación de frescor que puede ser muy agradable. Además, los chicles pueden ayudar a que el aliento huela mejor.
- Emocional: muchas veces el consumo de chicles está asociado a momentos de relajación, diversión o socialización. Eso crea un vínculo emocional positivo con el acto de masticar chicle.
- Distracción: masticar chicle puede ayudar a aliviar el estrés o la ansiedad de manera real. La acción repetitiva de masticar puede ser una forma de distracción o relajación cuando tienes un momento de ritmo muy ajetreado.
- Estímulo: algunas personas encuentran el acto de masticar relajante, similar a otras actividades que implican el movimiento de la mandíbula. Eso quiere decir que el chicle sea un medio fácil para mantener ocupada la boca.
Todo esto hace que el chicle sea un objeto que no solo es sabroso, sino también placentero en varios niveles. ¿Te gusta masticar chicle?